Saturday, July 5Revista digital ISSN 2744-8754

Educación rural como diseño periférico: estrategias para la inclusión y la diversidad

“La educación no cambia el mundo: cambia a las personas que van a cambiar el mundo.”— Paulo Freire  

Hola, amigos lectores. Hoy quiero invitarlos a mirar la educación rural de una manera distinta: no como un espacio de carencias, sino como un verdadero laboratorio de innovación, diversidad y sostenibilidad social.  

Cuando pensamos en las escuelas rurales, muchas veces imaginamos lugares aislados y carentes de recursos. Sin embargo, en esas “periferias” surgen estrategias pedagógicas que responden con creatividad a los desafíos de la geografía, la diversidad cultural y la desigualdad histórica. Desde mi experiencia como educador e investigador, he podido ver cómo la ruralidad no es un atraso, sino una posibilidad inmensa de transformación social.  

Modelos como las “Escuelas Rurales Interculturales” en México o la red de “Escuelas Rurales Innovadoras” en Colombia demuestran que educar desde la periferia permite integrar saberes locales, fortalecer la identidad cultural y formar ciudadanos comprometidos con su entorno y su sostenibilidad. En Chile, el proyecto “Escuelas 2.0” llevó conectividad digital a zonas apartadas, demostrando que la tecnología puede ser un puente hacia la equidad educativa.  

El diseño educativo en contextos rurales implica adaptarse: usar tecnologías apropiadas, construir currículos contextualizados y, sobre todo, formar docentes que sean facilitadores del cambio social. A pesar de la falta de infraestructura o conectividad, he visto escuelas que, gracias a la participación comunitaria, logran tejer redes de apoyo, resiliencia y esperanza. En muchas comunidades, los mismos habitantes se organizan para mejorar sus escuelas, integrando prácticas de agricultura sostenible, …  

Hablar de educación rural hoy es hablar también de sostenibilidad. Cada maestro rural que adapta su enseñanza a las realidades locales, cada escuela que respeta la diversidad lingüística de sus estudiantes, cada comunidad que apuesta por educar desde su territorio está formando ciudadanos responsables que entienden que cuidar la tierra y su cultura es vital para el futuro.  

La educación rural también se conecta directamente con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Especialmente el ODS 4 (Educación de calidad) y el ODS 15 (Vida de ecosistemas terrestres), recordándonos que formar ciudadanos rurales críticos y conscientes es esencial para alcanzar un futuro sostenible y equitativo.  

Hoy, cuando hablamos de sostenibilidad, no podemos olvidar que comienza en las pequeñas escuelas rurales, donde educar es también un acto de resistencia y amor por la vida. Desde la periferia se puede rediseñar el centro: esa es la gran lección que nos ofrece la educación rural.  

¿Estamos listos para valorar y aprender de esas periferias que tanto tienen que enseñarnos? ¿Seremos capaces de reconocer en cada aula rural una semilla de transformación para nuestro planeta?  

“Recordar que las utopías sirven para caminar hacia ellas” —Eduardo Galeano  

Educación rural: retos y oportunidades hacia el futuro  
El fortalecimiento de la educación rural no solo implica mejorar las infraestructuras o integrar tecnologías digitales. Exige también una apuesta firme por formar ciudadanos capaces de dialogar entre culturas, cuidar su territorio y diseñar soluciones creativas a los desafíos contemporáneos.  

En este sentido, el futuro de la educación rural está en manos de quienes sepan combinar la sabiduría ancestral de sus comunidades con las herramientas modernas, construyendo escuelas que sean laboratorios vivos de innovación social. Espacios donde el respeto por la diversidad lingüística, la equidad de género y el compromiso ambiental no sean consignas, sino prácticas cotidianas.  

Apostar por la educación rural es invertir en un futuro sostenible, donde las comunidades sean protagonistas activas de su propio desarrollo. Desde las aulas rurales se pueden impulsar proyectos de soberanía alimentaria, conservación de ecosistemas, emprendimientos locales y liderazgo comunitario.  

No se trata solo de incluir a las zonas rurales en los modelos urbanos de éxito, sino de reconocer que, desde sus saberes, resiliencia y creatividad, pueden ofrecer respuestas valiosas para los grandes retos de la humanidad, como el cambio climático, la desigualdad y la pérdida de biodiversidad.  

La escuela rural del mañana deberá ser un puente entre tradición e innovación, un espacio de encuentro entre la memoria viva y la imaginación del porvenir.  

Hoy, más que nunca, educar en la ruralidad es un acto de resistencia, de amor y de esperanza. Desde las periferias, también se puede rediseñar el centro. Y en cada pequeña escuela rural, late la semilla de un mundo más justo, diverso y sostenible.  

Ejemplo 1: Proyecto de soberanía alimentaria en la escuela rural de San José  
En una pequeña comunidad rural de la región andina, la escuela de San José implementó un proyecto de huertos escolares que involucra a estudiantes, padres de familia y docentes. Los estudiantes no solo aprenden sobre prácticas agrícolas sostenibles, sino que también se sensibilizan sobre la importancia de consumir productos locales y frescos. Además, el proyecto promueve la conservación del suelo y el agua, enseñando a las nuevas generaciones a cuidar su territorio mientras fortalecen sus capacidades emprendedoras. El huerto escolar se ha convertido en un referente de soberanía alimentaria para la comunidad, promoviendo un modelo educativo que integra conocimiento ancestral con innovaciones tecnológicas para optimizar los cultivos.  

Ejemplo 2: Integración de saberes indígenas en el currículo educativo en la Amazonía colombiana  
En la región amazónica, la escuela de la comunidad Ticuna ha decidido integrar los saberes ancestrales sobre el cuidado del bosque y la biodiversidad dentro de su currículo. A través de un enfoque interdisciplinario, los estudiantes aprenden sobre la cosmovisión indígena relacionada con la naturaleza y cómo estas prácticas contribuyen a la conservación de los recursos naturales. El proyecto ha fomentado el diálogo intercultural entre las nuevas generaciones y los líderes comunitarios, fortaleciendo la identidad cultural y la conciencia ambiental. Este modelo demuestra que la educación rural puede ser un espacio para preservar tradiciones mientras se prepara a los estudiantes para afrontar los retos del futuro global.  

Desafíos y potencial de la educación rural en el contexto globalizado  
A medida que el mundo se enfrenta a crisis ambientales, sociales y económicas cada vez más complejas, la educación rural adquiere una relevancia crucial. La diversidad de las zonas rurales es una oportunidad para la inclusión social y es un desafío para garantizar una educación equitativa. En este sentido, la integración de modelos educativos inclusivos y contextualizados puede ofrecer respuestas innovadoras para la construcción de un futuro más justo y equitativo para todos.  

  

Sobre Reiner Yesid López Charris

Nacido en Maicao, La Guajira, (Colombia) es docente de Educación Física, Recreación y Deportes, egresado de la universidad de pamplona. Especialista en Pedagogía y Docencia, investigador y líder de proyectos educativos rurales inclusivos. Es participante del proyecto Vida Laboral en el Autismo como miembro del semillero de proyección social AIDUA de la Universidad de La Sabana. Actualmente impulsa iniciativas de transformación social desde la educación en comunidades rurales del Caribe colombiano. Su trabajo integra cultura, sostenibilidad y justicia social como pilares para repensar la escuela en contextos periféricos. Además, es vocal para la organización internacional DISFAM y familia.

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