Desatar nudos
Cuando quedamos embarazados por primera vez pensé en mi madre, luego en mi abuela ¿Qué habían sentido ellas? ¿Qué habría de sentir yo a partir de ese momento? ¿Cuánto de aquellas maternidades habría yo de heredar en la mía? ¿Cuánto de lo consciente? ¿Cuánto de lo inconsciente?
Sentía una inmensa alegría inocente e infantil, como quien juega a la casita deseaba con todas las fuerzas de mi alma ser una madre, tener una familia, un hogar. Ser una “buena madre” y construir un hermoso hogar. Segura de que tenía a mi lado al mejor compañero posible para tal empresa me sentía radiante la mayor parte del tiempo.
Ahora que hemos pasado por este maravilloso ritual de convertirnos en padres varias veces, cinco para ser exactos, sabemos que no es posible hacerle saber a otro lo que esto significa....