Friday, October 10Revista digital ISSN 2744-8754

Los desafíos pueden ser nuestros amigos

Creo que no será una sorpresa si estamos de acuerdo en que las dificultades no son usualmente algo apetecible, aunque en cierto punto de nuestras vidas, ya sea tarde o temprano, descubrimos que son una parte importante de nuestra existencia y no meros suplicios sin sentido. En algún número anterior de esta revista, este mismo tema, tan lleno de matices, ha sido tratado, describiendo las dificultades como herramientas. He de decir que estoy de acuerdo, basta con observar la naturaleza (en la que, como seres humanos también estamos incluidos), que, en medio de las condiciones más extremas, se abre camino para seguir viviendo.  

 

En una etapa habitual en la que muchos casos huyen de todo lo que represente un esfuerzo, y lo más inquietante es que actividades cada vez más sencillas entran en esa lista, como leer un libro, o un texto breve, hacer un cálculo matemático simple, buscar el significado de una palabra desconocida, engendrar expresiones de la creatividad o, hasta formar un criterio propio. Un buen porcentaje de todas esas cosas, hasta hace poco, inherentes a la humanidad, están siendo delegadas en inteligencias artificiales, dejando que la nuestra: la natural, se desvanezca poco a poco. Puede parecer que me he desviado un poco de nuestro tema principal: “la superación de dificultades”, pero ¿cómo vamos a superarlas si no nos enfrentamos a ellas?  

Sin embargo, es importante hacer un pequeño análisis. Cuando se presenta un problema que traiga complicaciones, ¿cuál es el camino lógico? Por supuesto, remediar aquello que resulta conflictivo, idealmente de forma permanente o lo más longeva posible para no volver a encontrar la misma traba en el futuro. Gracias a esta búsqueda tenemos múltiples herramientas; ya no hay que esperar meses o años para comunicarse con un ser querido que se encuentra al otro lado del mundo; felizmente, ahora podemos hacerle llegar un mensaje en segundos o hablar en tiempo real, lo cual es una maravilla. Esto también se aplica en lo que al desarrollo personal se refiere, ya que las dificultades abundan en ese apartado, y resolverlas nos hace madurar, nos ayuda a ser mejores personas. Pero todo esto nos lleva a una pregunta: Si en toda la historia de la humanidad hemos tratado de resolver los problemas para hacernos la vida más fácil ¿Qué hay de malo en usar las nuevas herramientas y ahorrar esfuerzo y tiempo? Para eso hemos trabajado tanto ¿Verdad? En parte sí, pero creo que estamos olvidando algo vital.  

Hasta hace no mucho, nuestra constante resolución de problemas nos hacía más inteligentes, nos permitió conocer nuevas artes, ciencias y horizontes. Porque, a decir verdad, nuestro único objetivo no ha sido hacernos la vida más fácil, sino mejor. A fin de cuentas, para el hombre primitivo seguramente era más fácil comer los alimentos crudos que molestarse en cocinarlos. O aún en nuestros tiempos ¿para qué molestarse en hacer una vinagreta a nuestra ensalada, si, así como está ya es saludable? O ¿para qué triturar y aderezar esos tomates para hacer una deliciosa sopa si basta con lavarlos y como mucho cortarlos en rodajas para comerlos con todos sus nutrientes? Seguro eso nos haría la vida más fácil, pero no mejor. En la misma línea de pensamiento, muchos de los productos desechables y materiales contaminantes que tanta preocupación causan, existen en primer lugar porque hacen las cosas más fáciles (al menos en la mera inmediatez), pero, de nuevo, no conducen a la mejoría. La dificultad más grande y común en este momento es atreverse a salir de la comodidad falsa a la que nos estamos acostumbrando. Es una bonanza postiza porque carece de verdadero progreso e incluso de la dulzura de la satisfacción bien ganada. ¿Dónde estuvo el placer de haber “leído” Don Quijote de la Mancha en ese resumen de diez páginas? ¿Cómo sentirme feliz de haber terminado mi nueva ilustración si la composición fue realizada por una inteligencia artificial?  

 

Pero no os angustiéis, apreciados lectores, porque la solución está en nuestras manos. El primer ingrediente vital en esta travesía es la paciencia: para no recortar nuestro camino, también para quienes apenas empiezan a recorrerlo o que ni siquiera se han atrevido a pisar él, y no menos importante, paciencia con nosotros mismos. Es muy importante no dejar que las presiones externas, por ejemplo, lo que piensen los demás de nosotros, afecten nuestro ritmo de aprendizaje, pues a menudo se recurre a resúmenes y trampas por la preocupación de ir más lento respecto a los demás, lo que eventualmente, en ese intento de ir más rápido y aparentemente seguro, nos estancamos, al igual que la liebre en su carrera con la tortuga, que fiada de su rapidez, detuvo su avance, mientras que la tortuga siguió su velocidad natural, pero sin dejar de avanzar, lo que la llevó victoriosa a la meta. Y si no deseamos atorarnos en el facilismo, tampoco saltemos al extremo contrario, haciendo sacrificios injustificados. Volviendo a la fábula de la liebre y la tortuga, sería como si la tortuga decidiera ponerse patas arriba y avanzar dando resoplidos. Lo siguiente es dejar de ver las dificultades o las cosas que requieran alguna clase de esfuerzo como nuestro enemigo. Desde hace varios años soy una fiel lectora de la saga original de Sherlock Holmes, brillantemente escrita por Sir Arthur Ignatius Conan Doyle. La menciono aquí, La menciono aquí, aparte de recomendarla con todo mi corazón porque, como se sabe, aunque Holmes es un detective ejemplar con habilidades asombrosas, no es su único talento. H. Watson decía lo siguiente: «El escenario perdió un gran actor, aun cuando la ciencia a un agudo razonador, cuando él [Holmes] se convirtió en un especialista del crimen.» Es decir, si Sherlock hubiera deseado vivir de una profesión menos peligrosa y en algunos sentidos más ligera mentalmente (no porque la ciencia y el teatro no requieran de un enorme e importante uso del pensamiento) que dicha rama de la investigación, habría podido sin dudarlo ni un instante, pero no fue así. El motivo es que Holmes genuinamente disfrutaba su oficio, mientras más confuso, desafiante y extravagante fuera el caso por resolver, mayor era su alegría. Cabe aclarar que esa felicidad no tenía origen en el sufrimiento de los involucrados en los misterios que sacaba de las sombras, por el contrario, su servicio al bienestar de los demás era su principal prioridad. Por eso, mi propuesta es que empecemos a ver las dificultades como lo hace Sherlock Holmes, como un reto divertido que eventualmente nos llevará a un cause positivo para quienes nos rodean y para nosotros mismos. Si nos detenemos a pensar, muchos de los juegos que nos gustan, ya sean de mesa, los ligados a los deportes e incluso los videojuegos sanos, se basan en plantearnos un objetivo al que solo podemos llegar superando una serie de obstáculos de distintas clases. Casi podríamos decir que disfrutar de la resolución de ciertos problemas está en nuestra naturaleza.  

 

Una vez que nos volvemos amigos de los desafíos y los vemos como una oportunidad para aprender de forma amena, la vida se transforma en algo mucho más sólido, significativo y encantador, el futuro del mundo se ilumina. Soy nueva en este mundo, como todos ustedes, pero la experiencia de mis principiantes años de vida me ha enseñado que la mejor manera de ayudar a otros a salir de los atascos que podemos vernos es dar el primer paso, y con ello emitir un buen ejemplo, el mejor del que seamos capaces.  

 

En resumidas cuentas, el motor de nuestra superación de los problemas debe ser la mejoría en todos los aspectos. Las herramientas que construyamos deben ser peldaños ascendentes en lugar de muros. Busquemos hacernos más curiosos, más inteligentes, más fuertes, más empáticos y en todo ámbito, más sabios. 

Sobre Mariana Alejandra Esquivel Acuña

Gracias a la amorosa educación que me han dado mis padres en casa, he podido disfrutar del aprendizaje de una porción de las innumerables maravillas del mundo. Desde que tengo memoria siento un profundo amor por todas las ramas del Arte, lo que me ha llevado a querer encaminar parte de mi oficio a las distintas facetas del cine y el teatro, el estudio de las artes plásticas, la música, la literatura y los idiomas, entre muchas otras cosas. Actualmente soy coordinadora de un club de lectura en el que también me encuentro como fundadora, he tenido la fortuna de participar en exposiciones y de hallarme entre los ganadores del concurso para ilustrar la edición en español del libro El Ickabog, dicto algunas clases, tengo un canal de YouTube y dos libros publicados en colaboración con mi papá, Mariano Esquivel. .

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