Friday, October 10Revista digital ISSN 2744-8754

Difícil es difícil

Ante las dificultades personales, poco sirve anestesiar nuestra incomodidad. La dificultad existe, y el primer paso es aceptar que la sentimos como una pared imposible de atravesar. De ese movimiento dependerá que logremos superar el obstáculo o que, por el contrario, nos absorba hasta hacernos renunciar a nuestro objetivo. 

Muchas veces, en nombre del sabido “¡tú puedes!”, alentamos a alguien a intentarlo de nuevo porque no parece tan difícil, o nosotros mismos nos empeñamos en derribar esa pared a la fuerza. Sin embargo, esto implica ignorar que no siempre el problema radica en la falta de voluntad, sino en la carencia de recursos. 

Norberto Levy, psicólogo argentino, explica que cuando aparece el miedo y queremos huir, no es porque seamos cobardes, sino porque no contamos con los recursos necesarios para afrontar la amenaza (Levy, 2006). Para mí, enfrentar algo difícil se experimenta de forma similar a enfrentar un peligro real. 

En una ocasión, tuve problemas con la entrega de un proyecto, y en lugar de buscar soluciones, entré en lucha con la dificultad. Al indagar profundo, comprendí que me aterraba admitir que no podía, o que no sabía lo suficiente, y eso me hizo experimentar la amenaza del fracaso. 

Para salir del problema, me sirvió aceptar que: difícil es difícil, -incluso para mí- En nuestra cultura, se ve mal admitir que no pudimos, y por vergüenza callamos o directamente renunciamos. 

Me sirvió ser flexible para llegar a mis recursos tal como propone Levy. Si estamos trabajando en un objetivo y surge un problema, sí tenemos salida. Por ejemplo, podemos resolver dudas con un experto, llevar el tema a terapia, analizar distintos escenarios para tomar decisiones, revisar si el proceso seguido está siendo productivo o nos está desgastando. 

Otra alternativa es prevenir las dificultades. La sabiduría radica en preguntarnos qué tan preparados estamos para enfrentar un desafío. Por ejemplo, pensemos en una persona que tiene dudas sobre comenzar una tecnicatura, porque es a distancia. ¿Será suficiente con animarla solo porque tiene el deseo? Probablemente no. 

El recurso interno aquí es que se cuestione, antes de inscribirse, sobre el sentido de su elección. Yo me identifico mucho con las preguntas existenciales de Yuval Noah Harari (2018). Según él, para prosperar ante la incertidumbre, tendremos que cuestionarnos quiénes somos y qué queremos de la vida. 

A esta persona le sugeriría reflexionar: ¿Qué quiero de la vida y en concreto de esta tecnicatura? ¿Es mi única posibilidad? ¿Deseo cumplir alguna expectativa laboral, personal, familiar o social? ¿Qué tan flexible me siento ante lo que pueda surgir? 

La próxima vez que digamos “¡tú puedes!”, primero empaticemos con la dificultad tal como es. Minimizarla es negarla. Siendo más flexibles, volvemos al equilibrio emocional y allí es donde los recursos emergen. Las dificultades personales pueden revelarnos verdades importantes y convertirse en un valioso camino para indagarnos seriamente. 

Referencias 

Harari, Y. N. (2019). 21 Lessons for the 21st Century. Spiegel & Grau 

Levy, N. (2006). La sabiduría de las emociones. Editorial Penguin Random House. 

Sobre Diana Carolina González S

Coach Holística

Acompañante emocional y de vida.
https://dianacarolinags.com/es/
www.reinventingstories.com

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