En un mundo donde los desafíos sociales, ambientales y tecnológicos son cada vez más complejos, la educación de nuestros hijos debe ir más allá de memorizar contenidos o aprobar exámenes. Como padres, queremos que nuestros hijos no solo aprendan, sino que comprendan, cuestionen, relacionen y actúen con responsabilidad frente a la realidad. Por eso, hoy se propone un cambio profundo: una educación transdisciplinar y multidimensional que forme ciudadanos comprometidos con un mundo más sostenible.
¿Por qué necesitamos un cambio en la educación?
El reconocido neurocientífico colombiano Rodolfo Llinás ha sido enfático al señalar que la educación actual no es óptima en ninguna parte del mundo, porque se enseña sin contexto. Es decir, los niños y jóvenes aprenden contenidos desconectados de su entorno (contexto externo) y también desconectados de sus propias capacidades, intereses o emociones (contexto interno).
Según Llinás, el cerebro humano no fue diseñado para aprender datos aislados, sino para comprender relaciones, patrones y significados. Enseñar sin contexto es como intentar aprender a nadar en una sala sin agua: se repite una técnica, pero no se adquiere la experiencia ni la comprensión necesarias para actuar en el mundo real.
Además, explica que el desarrollo histórico de la humanidad muestra que las necesidades educativas evolucionan con la sociedad. Por ejemplo, el paso de recolectores a cazadores implicó el desarrollo de nuevas habilidades. Así también, la sociedad actual —marcada por la tecnología, el cambio climático y la inteligencia artificial— requiere nuevas formas de pensamiento, colaboración y acción. Por eso, Colombia y otros países de América Latina tienen una gran oportunidad, porque sus sistemas educativos aún no están completamente industrializados, y pueden adaptarse con mayor flexibilidad a esta transformación.
¿Qué significa una educación transdisciplinar y multidimensional?
Transdisciplinariedad: Es la capacidad de integrar conocimientos de distintas disciplinas para abordar problemas reales de forma holística. No se trata de eliminar materias, sino de diluir los límites artificiales entre ellas, permitiendo que el estudiante comprenda los temas desde múltiples perspectivas. Esto es posible solo en la mente del individuo que tiene la capacidad de conectar saberes y adaptarlos a situaciones concretas. Aquí nacen los grandes pedagogos, capaces de percibir las necesidades del alumno y adaptar sus métodos a cada situación.
Interdisciplinaridad: Implica el trabajo colaborativo entre disciplinas. Cada especialista aporta desde su campo para comprender mejor un problema común. Es un enfoque colectivo, ideal para el trabajo en equipo y la cooperación académica.
Multidisciplinariedad: Consiste en abordar un tema desde distintas disciplinas, pero de forma paralela y sin integración profunda. Aunque útil en algunos casos, puede fomentar una visión fragmentada del conocimiento.
Llinás también advierte sobre los riesgos de la hiperespecialización, que encierra al experto en su “torre de marfil”, publicando verdades inmutables que muchas veces no dialogan con la realidad social ni con las necesidades de los estudiantes.
Educación con enfoque dialéctico globalizador
Investigaciones como las del profesor René Delgado, en el ámbito de la educación latinoamericana, refuerzan esta visión. Propone un enfoque dialéctico globalizador que implica:
Un currículo integrado por proyectos, que ayuden al estudiante a comprender la realidad y sus procesos de forma integral.
Estrategias pedagógicas adaptadas a las características cognitivas, físicas, emocionales y sociales del estudiante, atendiendo sus intereses, género y capacidades.
Una evaluación comprensiva, que no solo mida resultados, sino que ayude a desarrollar competencias para pensar críticamente, actuar éticamente y contribuir al mundo.
¿Cómo se traduce esto en la educación de nuestros hijos?
Una educación transdisciplinar y orientada a la sostenibilidad se puede ver reflejada en prácticas concretas como:
Proyectos ambientales o sociales, donde se combinan ciencias, arte, ética y comunicación para entender y mejorar el entorno.
Trabajo en huertas escolares, que permite aprender biología, alimentación saludable y cooperación comunitaria.
Resolución de problemas reales, donde los estudiantes analizan situaciones como el consumo responsable, el reciclaje, o la desigualdad, desde múltiples perspectivas.
Estos enfoques no solo motivan más a los estudiantes, sino que los preparan para enfrentar los retos del futuro con responsabilidad, creatividad y sentido.
¿Qué podemos hacer como padres?
Como familias, tenemos un rol clave en este proceso:
Apoyar las escuelas que promueven la integración de saberes y proyectos interdisciplinarios.
Fomentar conversaciones significativas en casa sobre temas como el medio ambiente, la justicia social, o la tecnología.
Valorar el aprendizaje con propósito y contexto, más allá de las calificaciones.
Acompañar el desarrollo integral de nuestros hijos, reconociendo sus emociones, intereses y talentos.
Conclusión
La educación para la sostenibilidad no es solo una tendencia, es una necesidad urgente. El enfoque transdisciplinar y multidimensional propone una educación más humana, contextualizada y transformadora. Tal como lo advierte Rodolfo Llinás, no podemos seguir enseñando sin contexto, y menos en un mundo donde la inteligencia artificial y la crisis ambiental nos exigen respuestas profundas y éticas.
La educación del futuro —y del presente— debe ayudar a nuestros hijos a pensar críticamente, actuar con sentido y vivir en armonía con los demás y con la naturaleza. Como padres, tenemos la oportunidad y el deber de ser parte de este cambio.
Sobre Rubén Darío Maffiold Dáger
Ingeniero Químico, nacido en Barrancabermeja. Desde joven funge como poeta y escribe versos y alguno que otro perdido cuento. Criado, educado y madurado en Bogotá, disfruta de una familia conformada por su esposa y tres hijos. Reside actualmente en San Gil. Desde allí ha remozado la osadía de escribir, y, con el placer de disfrutar la declamación, y la lectura de poesía con el Colectivo de Poetas Guanentá. Recientemente publico en conjunto con otros cuatro poetas del colectivo, el poemario “Acordes Poéticos” a través del cual también buscan promover el arte de pintar
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