en la formación física, intelectual y moral de los jóvenes, incluyendo a los discapacitados intelectuales.
La juventud es una etapa de descubrimiento, crecimiento y construcción de la identidad. El deporte, en sus múltiples formas, es un pilar importante en la educación de los jóvenes, no solo por sus beneficios físicos, sino también por su efecto en el desarrollo emocional e intelectual. Entre las actividades deportivas, las artes marciales ocupan un lugar importante por su enfoque integral, más allá del entrenamiento físico, abarcando la formación moral, el respeto por los demás y la superación personal.
Cuando hablamos de los beneficios del deporte y las artes marciales en la juventud, no podemos dejar de lado a los jóvenes con discapacidades intelectuales, quienes encuentran en estas disciplinas una herramienta poderosa de inclusión, fortalecimiento personal y empoderamiento.
El deporte y las artes marciales son fundamentales para el desarrollo físico de los jóvenes, proporcionando una base sólida para la salud y el bienestar a lo largo de la vida, pues la actividad deportiva en esta etapa vital inicia hábitos saludables que se trasladarán a la vida adulta.
Las actividades deportivas promueven el desarrollo de capacidades motoras como fuerza, resistencia, velocidad, equilibrio, coordinación, mejora la flexibilidad y agilidad, potencian la capacidad cardiovascular mediante los entrenamientos, fortaleciendo sus músculos y su sistema respiratorio. La práctica deportiva ayuda a desarrollar la conciencia corporal, mejora los hábitos posturales y reduce el riesgo de enfermedades como la obesidad o problemas relacionados con el sedentarismo.
Las artes marciales trabajan todas las cualidades físicas de base, intentando integrarlas de forma equilibrada y evitando el exceso de alguna de ellas.
Los jóvenes con discapacidad intelectual pueden beneficiarse del desarrollo físico de las artes marciales y el deporte. La adaptación de las distintas disciplinas a sus necesidades específicas y particularidades facilita el acceso a la práctica y a sus beneficios.
Por otro lado, participar en actividades deportivas ayuda a superar el aislamiento, fomenta el sentido de pertenencia y contribuye a mejorar la autoestima, ofreciendo un espacio en el que las diferencias no son obstáculos, sino oportunidades para aprender y colaborar.
El deporte y las artes marciales no solo contribuyen al desarrollo físico, sino también al crecimiento intelectual de los jóvenes. A través de estas actividades, se estimulan capacidades cognitivas esenciales como la concentración, la memoria y la toma de decisiones. El deporte, al ser una actividad estructurada, requiere que los jóvenes comprendan reglas, estrategias y patrones de juego, lo que fortalece sus habilidades de pensamiento crítico y resolución de problemas.
En el caso de las artes marciales, el impacto intelectual es aún más profundo, ya que involucran la ejecución precisa de técnicas que demandan atención constante y autocontrol. Los jóvenes aprenden a coordinar mente y cuerpo para realizar movimientos exactos, lo que refuerza su capacidad de concentración y disciplina mental. Además, muchas artes marciales se basan en la repetición de secuencias de movimientos (katas o formas), lo que fomenta la memoria a largo plazo y la capacidad de planificar.
El deporte y las artes marciales también ofrecen oportunidades para el desarrollo cognitivo a las personas con discapacidad intelectual. Las actividades físicas estructuradas ayudan a estos jóvenes a mejorar su capacidad para seguir instrucciones, desarrollar habilidades secuenciales y fortalecer la memoria. La rutina inherente a las artes marciales les permite desarrollar la capacidad de enfoque y atención de manera progresiva, también se benefician del aumento en su capacidad para adaptarse a nuevas situaciones y resolver problemas en entornos controlados.
La práctica regular de deportes y artes marciales promueve una mayor autorregulación emocional y mental. Los jóvenes aprenden a manejar la frustración, la presión y la toma de decisiones bajo situaciones de estrés, habilidades que son clave para su desarrollo intelectual.
La práctica deportiva desempeña un papel clave en el desarrollo moral de los jóvenes, ya que ofrecen un marco estructurado donde se inculcan valores como la responsabilidad, el respeto, la honestidad y la disciplina. Las actividades deportivas están regidas por reglamentos y normas de conductas que exigen a los jóvenes enfrentarse a los distintos retos y situaciones con integridad y juego limpio, lo que fortalece su sentido de justicia y equidad.
En este aspecto, las artes marciales tienen un enfoque único que las diferencias de otros deportes, pues son disciplinas que se centran tanto en el desarrollo físico como en la formación del carácter. Están íntimamente ligadas a sistemas filosóficos y códigos éticos que establecen pautas de actuación entre aquellos que las practican. Con las artes marciales los jóvenes aprenden a defenderse y, lejos de potenciar el comportamiento agresivo, su práctica de forma correcta y estructurada favorece el desarrollo de conductas de respeto, autocontrol, humildad y resiliencia.
Esta orientación ética y moral de las artes marciales es uno de los aspectos más valioso de las mismas. Los estudiantes y practicantes, siempre que estén dirigidos por un buen maestro, son enseñados a valorar al oponente, a controlar los movimientos, impulsos y emociones y a comprender que la verdadera fortaleza no reside en el poder físico, sino en la capacidad de evitar la violencia cuando sea posible. Para los jóvenes, este mensaje es esencial en una etapa de la vida en la que las emociones son intensas y, a veces, difíciles de controlar.
Este enfoque moral y filosófico es igualmente válido para las personas con discapacidad intelectual. Las artes marciales les brindan un espacio estructurado y seguro en el que pueden explorar sus emociones, aprender a manejarlas y desarrollar una mayor conciencia de sí mismos y de su entorno, lo que se traduce en un comportamiento más adaptativo. A través del entrenamiento, estos jóvenes aprenden la fijación de límites y descubren que son capaces de más de lo que creen, lo que refuerza su confianza y les ofrece herramientas para afrontar los desafíos diarios.
Sobre Juan Guillén
Nacido en Sevilla hace 63 años, ha dedicado gran parte de su vida a la Educación Especial, atendiendo como educador y maestro a personas con discapacidad intelectual y problemas de conducta. En el año 2005 se inició en la practica del Taichí Chuan de la mano de la Escuela de Artes Marciales Internas Tao Tien de Sevilla. Monitor del Primer Nivel (Primera Forma) del Estilo Yang. Articulista en el Boletín Tao Tien.
Ver todas las entradas de Juan Guillén