La obsolescencia programada es un concepto desarrollado el siglo pasado. Es una estrategia de mercadeo pensada para incrementar la frecuencia de consumo de un producto o un servicio. Hay productos cuyos primeros ejemplares resultaron teniendo una vida útil muy larga llevando a que muchas veces el consumidor tan solo comprará un ejemplar en su vida.
La educación profesional se centra en proporcionar a los estudiantes las habilidades y conocimientos necesarios para ingresar al mercado laboral. Sin embargo, en un mundo en constante evolución y cambio, es importante reconocer que las habilidades y conocimientos requeridos también están en constante transformación.
Muchos programas educativos no logran adaptarse rápidamente a estos cambios, lo que resulta en una desconexión entre lo que se enseña y lo que realmente se necesita en el campo laboral.
Además, la velocidad a la que avanza la tecnología y la digitalización también contribuye a esta obsolescencia programada. Las nuevas tecnologías están cambiando la forma en que se realizan las tareas y los procesos en diferentes sectores, lo que requiere habilidades y conocimientos actualizados constantemente. Si los programas educativos no se adaptan a estos avances, los estudiantes pueden verse limitados en su capacidad para enfrentar los desafíos del mundo laboral.
Esto ha llevado a una estrategia de obsolescencia programada de la educación profesional, donde los estudiantes se gradúan con conocimientos y habilidades que pueden volverse irrelevantes en poco tiempo, pero les vende la idea de un problema que se resuelve, no con una mejor educación inicial, sino con una educación continuada a través de cursos y títulos de postgrado.
Hoy podemos observar la estrategia de muchas universidades y ciertos institutos de formación tecnológica. Que mantienen “enganchados” a los alumnos al obligarlos a tomar cursos de actualización en forma continua o periódica. No confundamos este concepto con la formación o educación continuada qué se ofrece en algunas profesiones cuyo avance científico es muy acelerado en todo momento o da saltos bruscos de vez en cuando.
Ha surgido, también, la obsolescencia programada como estrategia de mercadeo en el negocio de la educación, sobre todo en la formación de tecnólogos y técnicos que trabajan en labores, muy específicas, de ejecución de procesos repetitivos o en montaje, programación y arranque de equipos o procesos. Existen fabricantes que, como parte de su estrategia de mercadeo, también dictan cursos y extienden certificaciones de aprobación de estos. Igualmente deben ser renovados periódicamente por razones más comerciales que técnicas.
La formación o entrenamiento en tareas específicas y repetitivas, físicas o mentales, responde a necesidades de las empresas para la ejecución de los procesos productivos que manejan. Allí es donde la obsolescencia programada en la formación, no en la educación, surge como aparente necesidad. Característica de estos cursos está en la enseñanza de procesos abiertos en pasos de ejecución a seguir y los cuales están resumidos en manuales de instalación, programación y operación. Modificando periódicamente los equipos o procesos con mejoras mínimas de apariencia, capacidades o eficiencia de producción y no como una necesidad real de los procesos en que son utilizados. Ahora vemos un énfasis de las universidades en formar tecnólogos con un enfoque funcional y mecanicista de sus actividades, y cada vez menos a profesionales con una formación científica y conceptual, que puedan evolucionar por sí mismos en su trabajo e incluso trabajar modificando o desarrollando nuevos conceptos científicos.
La formación de tecnólogos responde a una necesidad real no suplida suficientemente por las universidades en los últimos 100 años, es así como vemos en nuestros países un exceso de profesionales subempleados y una gran escasez de técnicos con capacidad de operar equipos y procesos de producción, en los que el uso de profesionales es un uso ineficiente de recursos.
Como manejar esta situación descrita arriba para escoger que y como estudiar. Definitivamente cualquier decisión y la estrategia para convertirla en un logro concreto inicia con el gusto o satisfacción que podamos lograr en esa profesión especifica. Que sintamos satisfacción al desempeñarnos en nuestra labor. Por otra parte, que logremos un grado de dominio conceptual de las materias o temas científicos, o competencias requeridas para ejecutar una labor en el mundo laboral que nos permita adaptarnos a cualquier cambio o evolución tecnológica sin depender de una certificación continua.
Mejor es que nosotros podamos ir anticipando o adaptándonos a la evolución de nuestra profesión o labor, valga decir que seamos los impulsores del cambio en las empresas anticipando la evolución de los procesos y las herramientas que utilicemos en nuestra profesión.
La obsolescencia en la educación existe como herramienta de las instituciones de educación para obligarnos a consumir sus procesos de formación. Para permitir que las empresas en que trabajemos o el mercado que atendamos como independientes, nos obliguen a seguir la senda de evolución empresarial y científica que mejor responda a sus intereses y no a los de nuestro crecimiento personal o profesional. Nuestra respuesta debe ser un aprendizaje conceptual de las ciencias que nos permita avanzar en nuestra formación, siguiendo el ritmo de evolución de dichas ciencias y de las tecnologías derivadas de dicha evolución científica.
Debemos estar siempre preparados para el cambio de los paradigmas que aprendimos en la educación profesional, manteniéndonos al tanto de como evoluciona la ciencia en que está basada nuestra profesión.
Es esencial que la educación profesional se mantenga actualizada y flexible, para poder brindar a los estudiantes las herramientas necesarias para tener éxito en un entorno laboral en constante cambio. Esto implica una revisión constante de los planes de estudio, la incorporación de nuevas habilidades y conocimientos relevantes, así como una estrecha colaboración con la industria para comprender y anticipar las tendencias y demandas del mercado laboral.
En resumen, la obsolescencia programada en la educación profesional es un desafío que debe abordarse para garantizar que los estudiantes estén preparados para enfrentar los desafíos del mundo laboral actual. Es necesario que los programas educativos se adapten rápidamente a los cambios tecnológicos y laborales, brindando a los estudiantes las herramientas necesarias para tener éxito en un entorno en constante evolución.
Sobre Rubén Darío Maffiold Dáger
Ingeniero Químico, nacido en Barrancabermeja. Desde joven funge como poeta y escribe versos y alguno que otro perdido cuento. Criado, educado y madurado en Bogotá, disfruta de una familia conformada por su esposa y tres hijos. Reside actualmente en San Gil. Desde allí ha remozado la osadía de escribir, y, con el placer de disfrutar la declamación, y la lectura de poesía con el Colectivo de Poetas Guanentá. Recientemente publico en conjunto con otros cuatro poetas del colectivo, el poemario “Acordes Poéticos” a través del cual también buscan promover el arte de pintar
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