Saturday, July 12Revista digital ISSN 2744-8754

Aprender más que enseñar

Uno de los grandes desafíos de la educación en casa, una de las preguntas reiteradas que sin duda nos hacemos las personas que hemos decidido educar en casa es ¿qué enseñar? También es una de las preguntas que con frecuencia nos hacen las personas ¿Qué es lo que enseñamos cuando tomamos la decisión como familia de educar en casa? Aquí es bueno reiterar la idea de que “hay tantas formas de educar en casa como personas educando en casa”. Es por esto probable que al hablar de educación en casa no haya reglas generales, sin embargo, puede ser que haya experiencias con encuentros.

 

Casi cualquier persona que por primera vez llega a la educación en casa se pregunta por un currículum, aun sin saber que ese es el nombre de aquello por lo que está preguntando. Y la pregunta detrás de esa búsqueda es ¿Qué debo enseñar a mis hijos o hijo(a) ahora que he tomado la iniciativa en esto de “educar”? El currículum cuenta en efecto (al menos en Colombia) con una serie de áreas y temas sobre los cuales habrá de desarrollarse el examen de Estado una vez sea el momento. Es, pues, esclarecedor para los padres educadores en casa tener claridad sobre cuáles son los linderos del conocimiento académico sobre los que debe versar la actividad relacionada en casa.

 

Sin embargo, muy pronto nos damos cuenta de que el currículum no es en realidad lo más vital en este ejercicio de educar en casa, no solo porque hoy en día existe una amplia variedad de plataformas diseñadas por expertos que cuentan con todo lo necesario para hacer un aprendizaje didáctico y entretenido de los contenidos, sino también porque la cotidianidad con nuestros hijos nos obliga a mirar una dimensión más profunda de la vida.

 

Esa nueva perspectiva sobre el aprendizaje y la enseñanza que nos da la posibilidad de educar en casa, surge de la necesidad de implementar habilidades como: el pensamiento crítico, la empatía, el autoconocimiento, el respeto, los límites, la creatividad y la diversidad en lo cotidiano. Experiencias que con suerte se abordan en áreas del conocimiento como la filosofía o la ética, pero que, sin embargo, en la práctica quedan relegadas a los bordes, aprendemos de ellas como un deber ser, pero no las vemos aplicadas en lo cotidiano porque como dice Maria Montessori se habla mucho de hacer la paz, pero nadie educa para ella. Así, nos enfrentamos a un gran monstruo, este que es la ignorancia sobre nosotros mismos, sobre nuestra propia forma de hacer las cosas en la vida cotidiana: cómo comunicamos, qué comunicamos con nuestra propia forma de hacer las cosas, cómo resolvemos un conflicto, qué estrategias de negociación utilizamos con nosotros mismos y con los otros.

 

El panorama de autoconocimiento que nos despliega el hecho de tomar la decisión de educar en casa es tan amplio, que en algún punto llegamos a cuestionarnos si es el curriculum aquella herramienta para el aprendizaje por la cual iniciamos nuestra búsqueda hacia la educación en casa, no es que no sea útil, lo es, pero no es suficiente. Deseamos con todas las fuerzas de nuestra alma que haya algo más, que alguien pueda darnos respuestas sobre cómo hacer esto a lo que nos hemos comprometido con los seres que más amamos en el mundo: Nuestros hijos. A quienes no quisiéramos tener que hacerlos pasar por la repelencia al conocimiento y a la vida misma, aquella, por la que quizá tuvimos que pasar muchos gracias a un profesor irrespetuoso, cascarrabias, frustrado, divorciado, y vaya uno a saber que otro trauma habrá podido traer encima aquel ser que no queremos ser para nuestros hijos.

 

Pero no existe tal cosa, no hay un manual que nos diga cómo ser mejores padres, mejores maestros para nuestros hijos ¿Qué hacer? ¿Por dónde empezar? y ¿Cómo seguir? Después del momento de terror empezamos a entender que la intuición y el desarrollo de altas capacidades de escucha, observación, autoobservación y diálogo asertivo pueden llegar a constituir la base de un buen kit de educación en casa y no solo de educación para el examen de Estado sino de educación para la vida.

 

Sin darse cuenta en la práctica cotidiana de estos principios básicos para la convivencia de quienes habitamos el hogar, se están construyendo competencias para la vida. Y es indescriptible la satisfacción que como padre sientes al ver que tus hijos, sin que eso hubiera estado en el currículum, en las clases de deportes o de artes, hacen uso de las habilidades que tú mismo como padre tuviste que aprender para relacionarte con ellos en la intimidad cotidiana de tu hogar.

 

Nos damos cuenta ahora, mientras escribimos este texto, que en realidad nunca tuvimos la intención de enseñar a nuestros hijos habilidades y competencias para la vida, que en realidad fue indispensable para nosotros re-aprender estas habilidades en la práctica cotidiana para lograr desarrollar un vínculo sano con nuestros seres queridos, estos con los que nos comprometimos a hacerlo mejor. No les enseñamos estas habilidades, ellos las aprendieron de nosotros en el proceso de enseñanza de otras cosas más prácticas como horarios para arreglar las habitaciones y las zonas comunes de la casa, hacerse cargo de su ropa sucia, ocuparse de ayudar un día a la semana en la cocina o cumplir con sus horas de estudio concreto diarias.

 

Nadie nos enseñó a ser mejores seres humanos, nosotros lo aprendimos en la práctica por la fuerza del amor que nos obligaba a hacerlo mejor cada día y ellos así lo aprendieron. Hoy son personas íntegras que priorizan el respeto, la diversidad, la escucha, la empatía y el autocuidado por encima de las demandas de consumo que los medios imponen sobre ellos. Son niños con criterio y capacidad de análisis; no solo porque hayan hecho muchas operaciones matemáticas, aunque de eso también ha habido. Pero es más bien quizá porque tratamos de imponer lo menos posible y, por el contrario, de poner abiertamente a consideración las posibilidades y sus consecuencias. Entendemos, no obstante, que estas son ventajas de la educación en casa, ya que sería ciertamente imposible en un salón con cuarenta almas intentar hacer escucha recíproca y respeto por las individualidades de cada niño, no solo en el aula sino también en casa, una quimera.

 

Para terminar, quisiéramos compartir que como método para la construcción de estas herramientas con nosotros mismos nos ha sido de mucha ayuda entrenar la atención plena a través de prácticas físicas disciplinadas (meditación, yoga, danza, caminatas) y actividades lúdicas y artísticas en familia: la lectura individual y en familia, juegos de mesa, prácticas deportivas, artes y artesanías (pintura, música, escritura, lectura y tejido).

Sobre Laura y Carlos

Laura Marcela Cabeza Cifuentes
Promotora de lectura /Poeta y Escritora, Antropóloga
Magíster en Literatura, Estudios de Especialización en Psicología Transpersonal

Carlos Andrés Henao Bejarano
Asesor Educación en casa, Sociólogo, Magíster en Educación
Estudios Formador Respiración Holotrópica

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