Vengo de una crianza basada en lo intelectual, lo cual sirve enormemente para alcanzar metas. Sin embargo, en varios tramos del camino me faltó tratarme mejor y valorar mi proceso. Las veces que me sentí abrumada no supe qué hacer, desistí y eché por la borda todo mi esfuerzo.
Esto me hizo pensar en la necesidad de autocuidarnos y en maneras para hacerlo mientras vamos por una meta.
Para lograr el balance sirve imaginar que dentro de ti cuentas con dos grandes aliados:
➢ Un entrenador físico, esa parte tuya que te empuja a ser disciplinado y determinado y
➢ Un amigo amoroso, esa otra parte que te cuida las veces que dudas del valor de tu proceso.
El truco es recordar que la mente hace parte de un equipo y que no puede ni debe trabajar sola.
¿Qué te diría tu entrenador físico para lograr una meta?
1. Ten clara tu meta: Es muy importante que sepas qué quieres lograr. En coaching eso se llama crear un “Smart Goal” (Objetivo Inteligente) Define una meta específica, que puedas medir, que sea alcanzable, que sea realista teniendo en cuenta todo lo demás que sucede en tu vida, y que la desarrolles en un tiempo determinado.
Por ejemplo: “Leeré 3 libros sobre cocina en los próximos 3 meses, uno cada mes” Fíjate la diferencia. No sirve decir: “Quiero leer más sobre cocina”.
2. Plantéate tareas y revísalas: Trázate tareas puntuales para lograr tu meta y enfócate en las más inmediatas. No agobies tu mente con un plan largo. Mira solo la tarea de hoy y las de la semana siguiente. Continuando con el ejemplo anterior, una táctica puede ser: “Cada día del mes, leeré dos páginas del libro de cocina” No te abrumes mirando los tres libros. Ve paso a paso.
3. Persevera: No siempre sale todo tal cual lo planeas. A veces, los obstáculos aparecen para revisar, replantear y curiosamente para tomarnos en serio nuestros deseos. Ante un desafío, cuestiónate: ¿Quiero esta meta de verdad? ¿Sigue siendo realista? Y, si tienes que moverte hacia una nueva dirección, hazlo.
4. Siéntete cómodo diciendo NO: Los grandes deportistas o creativos muchas veces tuvieron que decir NO a situaciones y personas para lograr su deseo. Si tu meta enciende tu corazón atrévete a decir NO sin remordimiento cuando necesites estar enfocado. El compromiso es contigo mismo.
5. Actúa: Una vez tengas clara tu meta y las tareas para alcanzarla, ve por ella. Escribe tu meta y plan de acción y pégalos donde los veas. Solo si actúas, la meta puede tomar forma y ver ese progreso te motivará a seguir. Hay una frase que dice “Empieza hoy con lo que tienes hoy”.
¿Qué te diría tu amigo amoroso para lograr una meta?
6. Ríndete ante la vida. Si dejaste de disfrutar tu proceso hacia la meta, suéltala por un tiempo específico. No hagas nada por una semana, por ejemplo. Esta rendición no significa que seas débil. Significa ser flexible. Si te sientes agobiado entrega con confianza el control sobre tu meta a la vida. Deja que ella te de pistas sobre cómo continuar.
7. Celébrate: Somos muy buenos para criticarnos, pero no para reconocernos. Mira todo lo bueno de tu proceso por más pequeño que parezca. Eso es tratarse bien. Solo tú sabes cuándo has conseguido dar un paso difícil. Recompénsate allí. Hazlo para que tu mente pierda rigidez y también para decirle a tu gran aliada: “Gracias, lo estás haciendo bien“.
8. No seas tan duro contigo mismo: De nada sirve sufrir, porque tu mente se agotará y tus emociones, al contrario de ser fuente de energía para tus propósitos, tendrán que estar resolviendo tu preocupación. Si eso pasa te habrás salido de ti. En ocasiones esa autocrítica la detona un factor externo. ¿Estás actuando por alguien más? ¿Te estás comparando? ¿Vino a tu mente la voz de alguien en tu historia quien no valoró tu esfuerzo? Vuelve a ti, date un abrazo, y a continuar utilizando sabiamente tus emociones.
9. ¡Disfruta el proceso! No esperes a “ser feliz” cuando alcances tu meta. Sé feliz en cada paso de tu proceso. Vamos tan rápido que una vez conseguimos el objetivo –o no– creemos que a la próxima sí seremos felices. Es una trampa. No limites tu satisfacción personal a un solo escenario final.
10. Está bien ser a veces tu “impostor”: Leí esta propuesta de una terapeuta y me encantó. Ella dice que el impostor pudiera no ser tan malo, y aparecer a veces, para darnos el permiso de tomar un break de la actividad mental. De compartir más tiempo con los que amamos. De “perder tiempo” realizando una actividad creativa, o de simplemente no hacer nada. Y también está bien.
Antes de escribir esta nota, consulté con mi sobrina adolescente y mi pareja su opinión sobre qué necesitamos para alcanzar una meta. Ambos desde su lugar son luces para comprenderme y animarme a tratarme mejor. Gracias. Los amo.
Sobre Diana Carolina González S
Coach Holística
Acompañante emocional y de vida.
Ver todas las entradas de Diana Carolina González Shttps://dianacarolinags.com/es/
www.reinventingstories.com