Me puse a recordar cuáles fueron las clases más importantes que tuve en el colegio, del cual he salido hace ya más de veinte años, y estos fueron los recuerdos que vinieron a mi memoria.
– La clase de Ciencias Naturales con la miss María Elena donde entre todos preparamos ensalada de frutas.
– Las clases de computación donde teníamos que configurar comandos para hacer avanzar a la tortuguita de Lego.
– Hubo una clase de arte donde nos hicieron dibujar y crear a un super héroe con la técnica que quisiéramos.
¿Por qué recuerdo las tres? Creo que fue porque estuve muy feliz, porque disfruté de los momentos y estas experiencias quedaron grabadas en mi memoria en un lugar muy especial. Estos recuerdos fueron el punto de partida el primer día que me tocó dictar una clase y luego fueron norte y brújula para poder diseñar experiencias de aprendizaje en colegios durante más de diez años.
Quiero compartir también que hablar de hacer clases felices no es lo mismo que hacer clases que sean fáciles, o peor aún, no hacer las sesiones de clase. Las sesiones de clase más complejas que me han tocado dictar han sido de la unidad de Finanzas del curso de Gestión Empresarial del Bachillerato Internacional: Activos, Pasivos, Estados contables, Puntos de equilibrio, Análisis Financieros entre otros tantos temas de alta complejidad y con estándares de educación internacional.
¿Lo mejor de todo? Calificaciones muy buenas en las evaluaciones internacionales del final del año.
La educación está cambiando y los sistemas educativos necesitan integrar de manera formal este tipo de orientaciones para que los profesores tengan la capacidad de crear sesiones y clases fuera de la caja. Un gran ex ministro de Educación aquí en Perú decía que los maestros somos héroes, pero para cambiar el mundo y la educación no bastan los héroes. El maestro creativo y disruptivo necesita dejar de ser la excepción y tiene que empezar a ser la regla.
«Nos encontramos ante un punto de inflexión en nuestra manera de enseñar y aprender que solo se da una vez cada mil años. El aula tradicional sencillamente no se ajusta a nuestras necesidades cambiantes. Es en esencia un método de aprendizaje pasivo, cuando el mundo requiere procesar la información de una manera cada vez más activa.» Khan, S. (2019). La escuela del mundo: Una revolución educativa. Editorial Ariel.
Que este artículo y todas las iniciativas educativas sirvan de impulso y empuje para construir juntos espacios de aprendizaje cada vez más emocionantes, desafiantes e inquietantes para todos, incluidos los profesores.
Que nuestras clases dejen a todos con más preguntas que respuestas, que sean espacios para dejar a cada estudiante del aula con el corazón inquieto por aprender más, por conocer más y por hacer de este mundo un lugar mejor.
Sobre Piero Vinces Muñoz
Fundador de Cultura Ágil Consultores, especialistas en innovación y calidad educativa.
Ver todas las entradas de Piero Vinces MuñozLicenciado en Educación por la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima.
Scrum Master con certificaciones en Design Thinking y gestión ágil de la innovación por la Universidad Marcelino Champagnat.
Mi propósito de vida es diseñar experiencias de aprendizaje para un mundo mejor. Más de diez años gestionando proyectos educativos. Sin emoción no hay aprendizaje.
pierovinces@culturaagilperu.com, www.culturaagilperu.com