Saturday, July 5Revista digital ISSN 2744-8754

Chévere

“Todo es chévere en este adjetivo. Comenzando por la orientación resueltamente positiva de los numerosos significados que le asigna la Academia en su diccionario: estupendo, buenísimo, excelente, primoroso, gracioso, bonito, elegante, agradable, benévolo, indulgente y, como adverbio, magníficamente.
“Es igualmente poderosa su expansión geográfica, desde las Antillas hasta el sur de los Andes, al punto de que es ya un vocablo que bien podría ser considerado panhispánico puesto que si bien es probable que el ciudadano español promedio no lo utilice, sí lo entiende con la inmediatez que da la armónica coherencia entre un concepto y su expresión oral y escrita. Lo dice -de más chévere manera– el colombiano Daniel Samper: “El sonido, el ruido, la aliteración de la ‘e’, la condición de esdrújula hace que chévere sea una palabra deliciosa, muy graciosa y que se ajusta muy bien a lo que quiere describir. La palabra está mandada a hacer”.
“Pero quizás lo que más estimula la imaginación es la especulación y discusión sobre el origen del vocablo. A primera vista, la posición que parecería más sólida es la que le atribuye una raíz africana empapada en ritmos caribeños. El antropólogo cubano Fernando Ortiz sostenía tempranamente (1924) que provenía del lucumí cheche, que significa ‘con la cabeza alzada’ o ‘presumido’, aunque también opinó que podía provenir del calabar sebede por ‘adornar profusamente’. Otras tesis sobre el origen africano de chévere lo identifican más bien como el vocablo de la lengua nigeriana efik, que designa al más ‘fuerte’, ‘valiente’ o simplemente ‘insolente’.
“La hipótesis más seductora –y que se acomoda mejor del amable carácter de la palabra hoy en día– es la formulada por el filólogo cubano Juan José Arrom. El vocablo haría referencia al señor de Chièvres, Guillermo de Croy (1458-1521), cortesano flamenco de los Habsburgo, hombre de confianza del joven rey Carlos I, en cuya mortecina corte brillaba por la magnificencia de sus vestidos, su buen gusto artístico y su epicúreo modo de vida. ‘Estar o ser como Chièvres’ sería un elogio a la elegancia.
“El escritor peruano Fernando Iwasaki ha defendido elocuentemente esta tesis aportando un elemento adicional que demostraría el temprano uso de la palabra en España. Iwasaki cuenta que en el curso de sus investigaciones en el Archivo de Indias en Sevilla tropezó con un peregrino documento. “Allí, dentro de un polvoriento y farragoso pleito familiar se hallaba
la probanza de Diego de Ojuelos, quien en 1567 solicitaba una pensión por sus méritos y servicios en la conquista del Perú y donde aseguraba que ‘el Ataballpa yba en su litera, bien adereçado y muy chevre’”.
“De ser cierta esta hipótesis, sería un remarcable ejemplo del viaje de una palabra: de
España parte para las Américas al comenzar el siglo XVI para regresar tres siglos después
en olor y color del Caribe. Se non è vero, è chévere trovato”.

(Tomado de Herrera, Carlos. (2021). “El viaje de las voces”, en Instituto Cervantes, Lo uno y lo diverso. La riqueza
del idioma español, 1ª. ed., Bogotá: Planeta, pp. 177-178.)

 

Sobre Luis Fernando García Núñez

Periodista de la Universidad INPAHU, editor y docente colombiano. Ha ejercido su profesión como profesor durante más de 30 años en universidades como la Universidad Nacional, Universidad de los Andes, Universidad del Rosario, Universidad Javeriana, Universidad Externado de Colombia y en el Instituto Caro y Cuervo. Es autor de Guía para la elaboración de documentos escritos, Escribir es pensar y coautor de los libros Competencias comunicativas: escenarios de la comunicación y TV Cultura. También es colaborador de Le Monde Diplomatique, la revista Libros & Letras, el Periódico de Chía y editor de Leyendo a Silva y de Repertorio crítico sobre Gabriel García Márquez.

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