Saturday, July 12Revista digital ISSN 2744-8754

La Alegría de Aprender

Una de las cosas que más me gusta de mi trabajo es tener la oportunidad de entrar en las casas de las familias y ver lo que ocurre allí. Os aseguro que he visto muchos milagros.
He visto niños, incluso niños pequeños, que ya estaban quemados y sin ganas de aprender debido a la excesiva presión que sentían. He visto chicos que estaban a punto de tirar la toalla con sus estudios o que se sentían unos fracasados.

¿Acaso era porque no fuesen valiosos? ¿Acaso era porque no quisieran aprender? No, sencillamente el sistema les obligaba a seguir una serie de pautas que no eran las adecuadas para ellos.
Einstein dio en el clavo de lo que sucede: “Todos somos genios. Pero si juzgas a un pez por su habilidad de trepar árboles, vivirá toda su vida pensando que es un inútil”.

No podemos pretender que todos aprendan igual, y algo tan básico hay gobiernos a los que se les olvida.

Hay países donde se permite educar a los propios hijos, hay países que sencillamente no está regulado, pero no nos olvidemos que en los llamados países democráticos los padres no tienen estas libertades, hablo de dónde vivo, por ejemplo.

Pero no quisiera hacer un artículo reivindicativo de los derechos sino centrarme en la alegría de aprender o mejor dicho en mantenerla o recuperarla si es que la han perdido.

Mirémonos a nosotros mismos, ¿en qué ambientes somos capaces de aprender algo nuevo? ¿Cómo aprendemos mejor?

¿Cuándo no se nos ordena y se nos pone límites y fechas inalcanzables, o cuando se nos dice que confían en nosotros y que podamos hacerlo? ¿Qué sucede cuando se escuchan las dificultades que estamos encontrando o qué cosas nos parecen más fáciles?

Conservar la alegría por aprender es algo tan sencillo, como que el padre, madre, tutor, profesor sea capaz de ponerse en los zapatos del menor. Sea capaz de darle el espacio, la confianza y el amor suficientes es para ayudarle a florecer.

Quiero mencionar aquí el efecto Pigmalión. Hay múltiples estudios que remarcan que cuando se nos trata como seres valiosos, con grandes capacidades, es cuando somos capaces de dar lo mejor de nosotros; siendo más fácil lograr nuestros objetivos. Si lo extrapolamos a ellos, seguro que les será más fácil aprender.

No nos olvidemos que el aprendizaje está íntimamente relacionado con el sentimiento, con cómo nos sentimos mientras estamos aprendiendo y de nuevo, la tranquilidad, la alegría con lo que están haciendo, el sentirse valorado, son fundamentales para que ellos puedan aprender; sino, sencillamente lo olvidarán en unos pocos días u horas.

En el caso de las familias que hacen homeschooling hay una pregunta recurrente que se hacen los propios progenitores. ¿Seré capaz de enseñar a mi hijo/a?

¿Y por qué no cambiamos el verbo y nos preguntamos a nosotros mismos si seremos capaces de acompañar a nuestros hijos? Desde mi punto de vista, cuando digo acompañar es que me pongo a su lado. Es que no necesito ser un erudito en esa materia. Solo necesito realmente observar, estar dispuesto a salirme del guion, escucharle y darle retroalimentación de lo que está haciendo.

Muchas veces pongo el ejemplo de que el aprendizaje es un camino.
Quizás es conveniente saber hacia dónde voy, saber cuál es mi destino; pero eso no significa que no me pueda parar. No significa que no pueda desviarme si en un momento dado surge un interés relacionado con la materia que estamos estudiando.

De esta forma nuestro hijo sentirá que esa pregunta que él hizo sí importa, y así su curiosidad no se verá truncada.

Porque si incluso, en ese momento por falta de tiempo, porque no lo sabemos, por el motivo que sea; no podemos dedicarnos a ello y satisfacer su curiosidad, siempre podemos hacerle saber que esa pregunta podremos responderla en otro momento o investigarla juntos. O invitarle incluso, a que busque la repuesta por sí mismo, dependiendo de la edad que tenga.

Como acompañantes de niños y adolescentes, observarlos es la piedra angular para que este proceso. Relacionar sus intereses con la materia que toca aprender también puede ser motivo de alegría, motivo de querer aprender.

Así os dejo ejemplos de cómo relacionar materias troncales con el arte o ideas para disfrutar juntos.

Te invito a pensar fuera de la caja, te invito a no hacerlo de la misma forma que te enseñaron a ti. Te invito a que, aquello que ahora mismo no esté funcionando en vuestro día a día, pienses como lo haría alguien que sea una persona de referencia para ti en este campo, o alguien que tú creas que hace las cosas mejor que tú, por ejemplo, alguien que tenga una paciencia infinita.

Por concluir, te propongo un reto: Queda poco para tomar vacaciones. Quizá sea buen momento para mirar con nuevos ojos a tus hijos; buen momento para ver todo lo que habéis hecho, en vez de todo lo que no habéis logrado aún; buen momento para reconectarte tú mismo con la alegría de aprender, porque solo así serás capaz de transmitírselo a ellos. ¿Te atreves?

Sobre Josune Segovia Bueno

Madre homeschooler, experta en Educación Alternativa
Asesora pedagógica en Clonlara School, programa en español
Te acompaño a encontrar tu Ikigai, ya seas adolescente o adulto.

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