Saturday, July 5Revista digital ISSN 2744-8754

La difícil decisión de educar en libertad

Si alguien te preguntara cuál es la parte más difícil de educar en casa, ¿qué dirías?

Probablemente pienses en lo difícil de ir a contracorriente y recibir críticas o preguntas curiosas a cada paso. O tal vez pienses en lo difícil de ser tú quien, además de todo el trabajo regular de una mamá, se encargue de todo lo que los niños necesitan aprender. Y qué decir de lo difícil de vivir teniendo tan poco tiempo a solas para ti.

Si a mí alguien me preguntara cuál es la parte más difícil de vivir sin escuela, yo diría que educar en libertad.

A veces tenemos una idea muy romántica de lo que significa dar libertad a nuestros hijos: que no vivan con prisas, que no se sientan presionados por los horarios, que duerman todo lo que su cuerpo necesite, que no hagan trabajo escolar por obligación, que tengan mucho tiempo para perseguir sus intereses… Beneficios muy agradables, pero ¿también les daremos la libertad de explorar el mundo más allá de lo que nosotros conocemos? ¿Serán libres para expresar su opinión sincera aun cuando difiera de la nuestra? ¿Tendrán la libertad de cuestionar nuestras creencias o estilo de vida?

Aquí es donde comienza lo difícil para mí, porque muchas veces he tenido la noción de que tener libertad para educar significa que nadie vendrá a decirme lo que debo hacer o no dentro de mi casa, y que, al ser la persona más influyente en mis hijos, ellos me seguirán por voluntad propia y abrazarán mis ideales sin problemas. Pero ¿será que esta forma de pensar me está llevando a liberarlos de un sistema para hacerlos prisioneros de mis expectativas?

Justo estaba leyendo un post¹ de mi querida Laura, en el que cuenta una reflexión que tuvo con su hija. Aquí algunas líneas:

«Aunque hay familias ultra sociales donde los hijos crecen rodeados de la cosmovisión de diferentes adultos, existimos otras familias que, ya sea porque somos más introvertidas o porque las circunstancias no permiten ese estilo de vida, no vivimos esa realidad. Entonces la supremacía a la hora de sembrar puntos de vista, ideologías, forma de ver la vida, manera de hacer las cosas… es de los padres. Conversando sobre esto, mi hija me comentaba que sentía que una de las desventajas del homeschooling era que los casi únicos referentes eran los padres. Y que esto podía ser una especie de adoctrinamiento, aún sin tener esa intención».

Estoy de acuerdo.

Nuestra forma de ver la vida, nuestras ideas, nuestras conductas son resultado de todo lo que hemos vivido. Lo que nuestros hijos lleguen a ser y hacer con sus vidas será resultado directo de lo que ahora estamos poniendo alrededor de ellos, y para que sus decisiones en la vida sean lo más libres posible, su entorno debería ser lo más amplio posible.

Debemos recordar que una de las razones más comunes por las que muchos decidimos sacar a nuestros hijos del sistema tradicional fue para liberarlos de un marco de referencia estrecho que se limita a un solo punto de vista o ideología. Entonces, considero que tenemos una doble responsabilidad de exponer a nuestros hijos a un amplio panorama de experiencias, personas, ideas, cosmovisiones, estilos de vida, información, lugares, creencias… El trabajo de un padre es enseñarle a su hijo cómo funciona el mundo, con honestidad, sin filtrar la realidad por él. Y claro, los aprendizajes y la sabiduría que hemos recogido a lo largo de la vida son un regalo que les puede ahorrar tropiezos y equivocaciones, pero solo puede haber libertad si después de haber escuchado nuestro consejo, ellos tienen la posibilidad de decir que no. Si en nuestra educación no existe esa posibilidad, entonces estamos abusando de nuestra posición de autoridad y de los privilegios legales de educar en casa. Y sí, se puede decir que estamos cayendo en adoctrinamiento, aun cuando no sea nuestra intención.

Por eso me parece tan difícil educar en libertad. No es fácil ver que a medida que tu hijo va creciendo y su intelecto se va ensanchando, sus opiniones también se van definiendo y muchas veces van tomando un camino distinto a las tuyas; que en algunas áreas él no comparte tu punto de vista o incluso lo cuestiona, y que en muchas situaciones no hace las cosas como tú las harías. No es fácil porque pone en tela de juicio la creencia generalizada de que el trabajo de un padre es hacer que sus hijos le hagan caso en todo. Incluso podrías llegar a preguntarte qué fue lo que hiciste tan mal para que haya surgido esta rebeldía.

Pero ¿no es eso precisamente lo que buscábamos al elegir educar en libertad? ¿No queríamos que tuvieran pensamiento crítico, autonomía, que no dependieran de agentes externos, que fueran capaces de tomar sus propias decisiones? ¿Que fueran capaces no solo de obtener la información, sino de analizarla y llegar a conclusiones propias? ¿Que tuvieran la valentía de alzar la voz si consideraban que algo no está bien?

Si tu hijo se acerca a ti para decirte lo que piensa, si cuestiona lo que dices o haces y te dice su opinión abiertamente, pienso que has hecho un buen trabajo. Significa que él siente la confianza de acercarse a ti y no tiene miedo de decir lo que piensa porque sabe que será escuchado, y no solo eso, sino que tiene la certeza de sus opiniones tienen el potencial de generar cambios en su realidad.

Jorge Bucay, terapeuta y escritor, en uno de sus libros² dice que haber dado lugar a la rebeldía –entendiéndola como la oportunidad de cuestionar, de expresar opiniones y de tomar decisiones propias– es lo mejor que pudimos haber hecho como padres. Porque esa rebeldía los salva de nosotros, de nuestras imperfecciones. Y yo diría que incluso nos salva también a nosotros como padres, porque al considerar cuidadosamente sus cuestionamientos y sus opiniones, nos obligamos a revisar nuestros sets de creencias y dejar atrás lo que ya no sirve. Y así es como la humanidad avanza.

Pero claro, se requiere de mucha madurez y valentía para atreverte a mirarte en el espejo de tus hijos y reconocer que no eras tan perfecto como creías.

 

 1 https://bit.ly/3HCb5C6
2 Bucay, Jorge. Las tres preguntas: ¿quién soy?, ¿a dónde voy?, ¿y con quién?

 

Sobre Priscila Salazar

Mamá de 3 jóvenes, traductora, escritora y orientadora de papás.. Educar más allá de la escuela ES POSIBLE. Desde 2011 escribe en su blog: Supraescolar, donde puedes saber más de esta perspectiva educativa. Libro Aprendizaje Supraescolar~Una perspectiva más allá de los paradigmas escolares, @supraescolar

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