Usualmente los recuerdos se mezclan a pesar de pelearnos y llegar a jurar que sucedió así, siempre que revivimos un recuerdo nos quedaran dudas de si todo fue real o si hay espacios que son solo nuestra imaginación. He aquí una colección de esos sueños entre mezclados con la realidad.
RDMD
RECUERDO NÚMERO UNO.
Si!!!!!…dindo
Aquí apenas sobreviviendo y estas bergajas son dizque dueñas del mundo, se pasean por esta manigua igual que por el desierto, una larga fila india de pequeños puntos, no más que una línea en el paisaje. Derramando el pequeño tintero enterrado en el suelo. Un pequeño montículo ocultando su mundo subterráneo; debajo de mi bota.
— Ahora como parte del paisaje, no soy sino salpicaduras de un recuerdo. —
El niño ve la fila india de pequeñas y negras hormigas, subiendo por la pared luego de cruzar la grieta del fresco piso de cemento, corren unas hacia adelante otras en contravía, ninguna; sola, parece saberlo; pero todas enloquecidas saben a dónde va la fila. De pronto su mirada abre una ventana hacia el cielo. Allá en el fondo de un niño, apenas separado del piso, grita el miedo a una desconocida figura. En un solar lejano, sobre la viga de la pared, una oscura sombra con figura de hombre, con ropa en girones, sube a una palma y llegando a la cima, regresa blandiendo un machete y un coco.
— Soy un hombre, tal vez muy anclado al suelo; indistinguible del niño aterrado, viendo caer sus recuerdos. —
A ese niño la bruma de amor maternal no le ha dejado solo, pero no la ve y en ese instante de soledad desciende, aterradoramente vertiginoso desde la palmera; un grito de hombre que poco a poco se hace infantil al llegar al niño. El horizonte del bolero de una falda da paso a las pequeñas manos dejándolas asirse al tronco de la pierna maternal, sosteniendo la verticalidad aún titubeante por la edad y el dolor que vuelven hoy en el recuerdo niño. La madre abonando nuevamente la calma, en la aterradora soledad adulta. Renace el dolor junto a esa hilera de puntos negros en el piso, allí nace el grito, pero la bruma de la edad no deja ver la raíz. Alas maternas lo levantan y retiran el zapato del pie derecho, en medio del rojo dolor, el amor maternal amputa el extremo de cuero de ese zapato y como acto mágico brotan los deditos, y se airean, se mueven, ya no hay grito. Tan poco hay palmera, coco u hombre descendiendo de la palmera. Solo el gran espacio de calma que deja el liberarnos del dolor, por un instante.
Veo al niño, refrescarse en el recuerdo del agua rodando por la superficie de la mesa de madera, reclinada en la pared. El recuerdo del pecho humedecido y recostado a la madera, con la intención de escalar la alberca para alcanzar la sima del agua, dentro de la misma. Todo desaparece en un estallido de luces rojas y de un grito, luego de la cascada brillante que cae sobre el dedito.
— El dolor crece desde la raíz y me levanta suavemente por entre las ramas de todo lo que me rodea. —
Solo la madre recuerda aquel morenito, de pelo ensortijado. Soterradamente terco, desplegando una tenue sonrisa ante la advertencia de cuidado, “no te recuestes allí que te vas a mojar”. Una pequeña mesa de madera y dos taburetes descansan recostados a la pared, escurriendo, luego de un merecido enjuague de restos de comida infantil. Entretenida en el enjuague de la ropa ya jabonada y refregada en las acanaladuras el cemento de la alberca. Distraída por la suave brisa que recuerda la pertinencia de ir a tender la ropa en la cuerda del fondo del solar, de pronto un chillido infantil muestra; a sus espaldas, un muchachito aterrado intentando retirar la mesita de encima del pie. Instantáneamente está arropando aquellos alamares de intenso color negro y arrullándolo con su “ya, ya, ya…ya…. dejame ver”. Intenta quitar el zapatito y un nuevo grito hace pensar en lo peor, una fractura en el pie. Retirado el zapato, la mancha de sangre en la media sigue incrementando el presagio de lo peor y luego de la disputa con el dolor, del que no desea dejarse quitar la media, surge un pie con un dedo ensangrentado y otro con apariencia de querer estarlo también, “¡a ver… a ver!… dejame lavar y miremos que pasa”. El chorro de agua que cae desde la totuma sobre el pie, parado en el lavadero, y hace escurrir el hilillo de agua rosada; desde la madre de esa uña que ya no es sino un resto que habrá que remover de ese dedo medio. Y en el dedo gordo de ese piecito asoma una mancha negruzca en la base de la uña. Bueno hay que quitar esa uña que cuelga y vamos a echarte mertiolate para que no se te infecte. Entre el forcejeo juguetón, para no dejarse tocar, surge un nuevo chillido al rozar el pedacito que queda de la uña, enterrado en la madre de ese dedo, cuando la madre corta la uña que cuelga del dedo. “Bueno ya, ya, ya paso, luego le sacamos esa sangre a la otra uña para que no duela tanto. Bueno a tomar teta y a dormir, ya más tarde seguimos con la curación y veremos que vamos a hacer para que sigas corriendo por ahí.”
— El flotar en el aire ensordece el dolor, el toque del aire alrededor de la cara me despierta de nuevo el recuerdo, en brazos de mi madre soplándome las mejillas. —
Un quedo gemido ha escapado y aquellos brazos maternos que entran en la cuna y nuevamente lo sacan del dolor que rozo el dedito aquel, “ven tenemos que salir, toca ponerte el zapato, a ver, así, despacito, suavecito, hum no, no, no…. no entra, a ver quitemos el cordón y probemos otra vez. Eso, ahora sí, bueno tienes que caminar con cuidado pisa suavecito para que no te duela. Vamos a la plaza. Cojamos el canasto; dejame voy a la cocina……, bueno ven. ¡Niño no!, no hagas eso que muchachito, nuevamente un chillido, ¿bueno que paso?, ves por espichar las hormiguitas. Retiremos ese zapato a ver que paso, a claro otra vez sangraste, te arrancaste la carachita y otra vez sangrando, ¿para qué machacas las pobres hormiguitas?, ¿a ver!, ¿a ver!?, que hacemos. Ya sé, cambiamos estos por tus zapatos viejitos y cortamos la punta del derecho. Aja, ves como asoman ahora las cabecitas de esos deditos, te gusta así; ¡si!, si! ¡Si… Dindo!, bueno ahora si vamos, salgamos que se nos hizo tarde”.
—– Aquí tirado a la vera de un camino selvático que no me permite levantarme, algo aprisiona mi pie izquierdo contra otro dolor, tan diferente al derecho, y no me deja mover. —-
Jalando la falda que LO arrastra, adelante, no logra nada. No ve adelante, solo siente el aire pasar con sus olores a tierra y humedad, a suelo de plaza de mercado, a restos de hojas y cáscaras, como esa amarilla que se ve tan suave de pisar y, ¡ayayay!, solo ese grito detuvo la falda. Nadie más para y todos lo empujan, lo hacen a un lado. Y vuelve ese dolor ahogado en los gritos de los que cruzan pidiendo paso, todos a la vez. — “otra vez pisando donde no debes, claro te va a doler por un rato, cuando volvamos te lavo de nuevo”. — Otra vez en casa ya no siente nada y mama otra vez le lava el dedito, duele el arrullo en su abrazo y el recuerdo de la resolana del mediodía. Haciéndolo flotar en esos brazos y perder la conciencia, inmerso en ese sueño sin recuerdos de nada. — “Eso duerme… y no sigas así, porque te vas a quebrar esa pata. Si sigues pisando todo lo que ve y no vez.” —. Ahora esos brazos le envuelven en una bocanada de aire caliente y húmedo, dejándole hundir, suavemente, hasta llegar a la cuna.
— De pronto una bruma me envolvió, floto en su nube de hojarascas, y me deja caer suavemente, hasta llegar al lado tierno del suelo. —
— Carajo y que hago yo ahora, aquí, volando y soñando maricadas. Yo aquí arriba, flotando, y mi pie amarrado al piso, por esa maldita QUIEBRAPATAS. —
Sobre Rubén Darío Maffiold Dáger
Ingeniero Químico, nacido en Barrancabermeja. Desde joven funge como poeta y escribe versos y alguno que otro perdido cuento. Criado, educado y madurado en Bogotá, disfruta de una familia conformada por su esposa y tres hijos. Reside actualmente en San Gil. Desde allí ha remozado la osadía de escribir, y, con el placer de disfrutar la declamación, y la lectura de poesía con el Colectivo de Poetas Guanentá. Recientemente publico en conjunto con otros cuatro poetas del colectivo, el poemario “Acordes Poéticos” a través del cual también buscan promover el arte de pintar
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