Para empezar, quisiera que nos hiciéramos la siguiente pregunta: ¿Qué tan felices se han sentido al aprender algo nuevo? ¿Recuerdan, por ejemplo, el día que aprendieron a andar en bicicleta, o el día en que aprendimos a conducir un automóvil? Ese día fue maravilloso e inolvidable, no es verdad. Pues, con todos los aprendizajes, cuando son adquiridos de buena forma, sentimos una alegría inexplicable y un deseo enorme de gritarle al mundo lo que acabamos de lograr.
Al principio, cuando comienza el proceso de aprendizaje de una materia, de un arte, de una canción, de una destreza, de lo que sea, que se ha puesto en nuestro camino, parece ser una ardua tarea, vemos el camino pedregoso y la meta difícil de alcanzar; pero cuándo este proceso va acompañado de alegría y emociones positivas se vuelve más amigable conseguirlo. Las emociones positivas en el proceso de aprendizaje son sumamente significativas, principalmente en los niños y niñas de edad escolar, ya que el acto de entregar cariño durante este proceso genera la sensación de seguridad hacia el niño, creyendo que si se equivoca en algo no será reprendido ni sancionado, sino que tiene la certeza de que podrá hacerlo de nuevo. Así mismo, cuando los aprendizajes son acompañados de determinados matices tales como la risa, la alegría se fomentan el deseo de aprender porque las emociones estimulan las actividades de las redes neuronales, reforzando las conexiones sinápticas que hacen que los aprendizajes se consoliden de mejor manera en nuestro cerebro. Por consiguiente, los aprendizajes que son adquiridos en este “trance de alegría” perdurarán por más tiempo, serán aplicables en diferentes áreas de nuestra vida y serán transmitidos a otros de forma generosa.
En todo este contexto no debemos olvidar el ambiente en que se dan los procesos de aprendizajes, siendo estos propicios para que se generen instancias amorosas para los niños y niñas. Es de vital importancia los colores, los elementos, la disposición del mobiliario, la iluminación, la calma y la quietud alrededor, así mismo, es fundamental fijarnos en nosotros como padres o maestros, ya que, si somos serios u hostiles, poco amables o amenazantes, no estaremos generando ninguna alegría de aprender en nuestros alumnos; al contrario, su respuesta será de negación y oposicionismo frente a una tarea. Debemos instaurar un ambiente de cordialidad, tanto a nivel de personas como físico, con el fin de incrementar la motivación intrínseca por aprender, es decir, las ganas reales que emanan desde nuestro interior por aprender algo nuevo.
Tomemos en cuenta que, para que el cerebro responda de mejor manera a los estímulos debe involucrarse con las emociones, porque cuanto más emotivo sea el proceso de facilitación y ejecución del aprendizaje; más firmes serán los nuevos conocimientos adquiridos y mayores serán los conocimientos que pasarán a archivarse en la memoria a largo plazo.
Ahora, pensemos en algo muy concreto; cuando enseñamos a leer a un niño intentando desde diferentes métodos y no obtenemos resultados positivos, ¿nos frustramos verdad? Pero, no podemos transmitir esa frustración al niño, debemos ser optimistas con él/ella con palabras de aliento, reforzando positivamente lo que ha logrado hasta ahora, aunque sea mínimo. Es así como vamos generando la confianza y la seguridad en que algún día no muy lejano, lo logrará. Eso, tan pequeño para nosotros, pero tan significativo para ellos serán el aliciente para seguir intentándolo gracias a nuestro apoyo, a nuestro amor, a nuestro firme propósito de lograr lo que nos hemos propuesto. Finalmente, y a lo largo de nuestro camino de enseñar a tantas y tantas generaciones de niños, nos damos cuenta de lo placentero que es aprender, también de enseñar (en mi caso, si me dieran la posibilidad de ser otra cosa, volvería a ser profesora, sin dudarlo) y de la satisfacción que se siente cuando sabemos que estamos haciendo bien las cosas, porque nuestros niños han tenido la dicha de aprender de nuestras manos y de nuestra voz, lo cuál vemos reflejado día a día en sus rostros llenos de risa y gratitud.
Sobre Wilma Liliana Curriñir Fuenzalida
Educadora Diferencial Especialista Trastornos Específicos de Aprendizaje-Trastornos Específicos del Lenguaje Oral. Mg. Currículum y Evaluación Educativa. Universidad de La Serena. Chile
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