Escribo este artículo, viviendo el duelo por la muerte de mi padre, quién ha sido uno de mis más importantes maestros en la vida. Una enfermedad mental y una sordoceguera parcial fueron condiciones de su vida que de muchas formas impactaron la mía.
En muchos instantes como hija tuve la posibilidad de mirar estas situaciones que condicionaban la vida de mi padre y a nosotros como familia, como “maldiciones o karmas inexplicables” o como “fuentes de aprendizaje”. Hoy con una mirada en perspectiva a todo lo vivido y experimentado en esta historia, puedo decir y sentir que todo ha sido un gran proceso de transformación, resiliencia, aceptación y aprendizaje, el cuál agradezco profundamente.
A través de este camino he aprendido a amar, a perdonar y a aceptar. Amar porque he vivido un camino de subidas y bajadas combinadas que me han permitido abrir el corazón para comprender como el amor es la fuerza que mueve la vida, como el amor permite que la crisis y la adversidad se presenten para que aprendamos y entremos en ese movimiento inherente a vivir que consiste en incluir todo lo que se presenta, sin resistirnos, más bien buscando cómo estas situaciones siempre llegan como mensajeras a decirnos y contarnos historias, a mostrarnos asuntos para ser trascendidos, comprendidos y aceptados.
La aceptación como apertura y asentimiento y no como rechazo y resistencia. Lo que la vida nos muestra ante destinos difíciles es la posibilidad de crear vidas con propósito y de transformar lo vivido, sin repeticiones, más si, con nuevas creaciones. En el universo existen dos poderosas energías necesarias y complementarias para nuestra evolución: el amor y el miedo. Comprender que ambas se acompañan y se complementan y si se presentan en nuestra vida, siempre llegan con mensajes que necesitamos atender con detalle, porque siempre nos muestran procesos de aprendizaje que requerimos vivir y emprender.
Cuando aceptamos, sabemos en lo profundo de nuestro ser que todo lo vivido, incluso desde nuestra ignorancia, es parte del proceso de comprensión y de aprendizaje. Todos los seres humanos vivimos, hacemos, damos, pedimos y creamos de acuerdo con el nivel de comprensión de la dinámica de la vida que vamos deseando tener. Todos damos y recibimos de la vida lo que es necesario para cada etapa de una vida en aprendizaje y en evolución.
El desapego va de la mano de la aceptación porque nos permite vivir una vida en confianza para saber que la vida a cada instante nos brinda las experiencias necesarias para cada instante, y esto requiere de nuestra aceptación para vivir esta vida, la que cada uno crea, la que cada una explora, siente, vive y acepta. Esto incluye, aceptar nuestros padres, nuestra historia, nuestras decisiones incluso cuándo estas han sido tomadas desde momentos donde ignorábamos cierta información o comprensiones de la vida.
Aceptar no significa rendirse y resignarse. Aceptar es incluir, es decir si a cada momento de la vida porque decimos si a cada experiencia desde el lugar y etapa de aprendizaje que estamos atravesando. Aceptar es aprender y reconocer que somos los creadores a cada instante de la obra de arte de nuestra vida. Con esto no quiero decir que aceptar sea permitir que quién quiera hacerte daño, o quiera dañar tus libertades, derechos o decisiones quieran herirte o dañarte. Aceptar es un movimiento de ser muy sincero y humilde con tu vida y la vida de otros y saber cuando quedarte, cuándo irte, cuando entregar lo mejor de ti en una relación, en un trabajo, en tu familia, en un proyecto.
Las relaciones humanas nos permiten vernos en espejos, que nos brindan también los mas importantes aprendizajes de la vida. Una relación puede ser el reflejo que necesitabas para verte, para comprenderte mejor, para reconocer tus miedos más profundos, aprender sobre cuáles son tus necesidades, valores y límites. Las relaciones humanas nos ayudan a entender aquello que ya la vida tiene para nosotros. No es por merecimiento que llegamos a lo que deseamos, es por aceptación, que la vida nos presenta a manos llenas, lo que quiere de nosotros. Entonces no es la meta, es el camino, es lo que vas transformando, lo que vas dejando, lo que vas aprendiendo, lo que vas aceptando lo que te lleva a ser y sentirte más libre, más tranquilo, más conectado con los aprendizajes de la vida.
En perspectiva entonces, no es cada etapa del camino, es quién te vas convirtiendo, es lo que vas dejando atrás y la apertura hacia lo nuevo, lo que te permite la transformación. Cada etapa del camino vivido siempre tiene aprendizajes si lo ves y sientes desde ese amor y aceptación, siempre te dejará reflexiones, siempre te brindará energía hacia el siguiente lugar donde la vida te necesita y te está esperando, y es aquí donde aparece también la resiliencia como una actitud clave para la vida en aprendizaje.
La resiliencia es la suma de herramientas, aprendizajes, experiencias que van sumando y se van incluyendo en tu “Kit para la vida”. En una vida en aprendizaje, en realidad no hay tiempo perdido, no hay solo resultados y metas alcanzadas, o fracasos y duelos; todo suma, todo cuenta, todo es necesario para seguir y trascender hacia otro momento. La Resiliencia es también una actitud maestra de la vida en aprendizaje, porque en cada momento de dificultad te da la energía y la fuerza para saber que la vida siempre sigue y continua, y que cada etapa se puede gozar y disfrutar, incluso la adversidad.
Irte quitando esas capas, dolores, culpas, apegos, resentimientos, reclamos es lo que te lleva a una vida sorprendente llena de regalos, llena de gratitud y reconciliación. Te invito a vivir la vida como un viaje, un viaje a tu interior, un viaje de autoconocimiento. Con obstáculos y con destinos hermosos y apasionantes que conocer, que preferir, que amar; también con lugares en donde no te quedarías, lugares que no son de tu preferencia; al final un viaje que disfrutar, pues si tu actitud en cada etapa es la de aprender, veras como de oruga, te conviertes en una hermosa y libre mariposa.
Sobre Angelica Pineda Franky
Terapeuta Emocional Sistémica. Acompaño a quienes sienten que han perdido el rumbo emocional: familias, parejas, adolescentes, niños y adultos que cargan con heridas profundas, repiten patrones dolorosos o viven situaciones que les sobrepasan.
Ver todas las entradas de Angelica Pineda FrankySoy madre de tres hijos con quiénes hemos vivido una educación consciente y personalizada desde hace 11 años, y he acompañado la orientación en este tipo de educación a varias familias en diferentes países.
Trabajo desde un enfoque humano, integral y transformador, combinando herramientas como constelaciones familiares, biodescodificación emocional, sanación de trauma, eneagrama y liberación de memoria celular. Cada proceso es único, porque cada historia merece ser escuchada y sanada con cuidado.
Si estás enfrentando conflictos familiares, violencia intrafamiliar, problemas de pareja, trauma, codependencia, traiciones, ansiedad, depresión, baja autoestima o si sientes que tu hijo o hija sufre por alguna herida emocional, bullying, desorientación emocional, retos educativos o cambios difíciles, estoy aquí para ayudarte.
Mi propuesta es ofrecer soluciones reales y herramientas prácticas para transformar el malestar en bienestar emocional, fortalecer los vínculos familiares y recuperar la confianza en ti y en la vida.
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