Han pasado ya más de 15 años desde que tomé la decisión de emprender un camino de autoconocimiento y sanación emocional. Fue una elección nacida de una apertura de consciencia y de un anhelo profundo del alma por comprender qué sucedía dentro de mí y en mi historia. Ese impulso me llevó a reencontrarme con mi pasado, a conectar plenamente con mi presente y a comenzar a crear una nueva vida. Han sido años de transitar un camino interior lleno de reflexión y aprendizajes, en el que cada dificultad superada se ha convertido en sabiduría. Hoy sé que esa sabiduría me conecta con la vida y me recuerda que el momento presente es el único espacio posible para tomar fuerza, crear y generar transformación.
Hoy quiero compartir contigo mi voz para contarte cómo reconocer las heridas de mi alma y los traumas emocionales que por años habitaron en mí ha significado una profunda transformación en mi vida. En la existencia de cada persona hay momentos que nos marcan: a veces son experiencias evidentes y dolorosas; otras, pequeñas heridas que se acumulan silenciosamente con el tiempo y que, sin darnos cuenta, moldean nuestras decisiones, nuestras relaciones y nuestra forma de ver el mundo. A esto lo llamamos trauma emocional. No es solo la experiencia dolorosa que vivimos, sino aquello que quedó pendiente por sentir, comprender e integrar; aquello que se arraigó dentro de nosotros y terminó influyendo en nuestra manera de ver, sentir, pensar y relacionarnos con la realidad.
Cuando empecé a comprender que las huellas del trauma estaban en mi mente, en mis emociones, pensamientos, creencias, y en las sensaciones de mi cuerpo; un gran cambio empezó a darse dentro de mí. Comprendí que tenía traumas profundos que integrar y que si emprendía este camino no sería fácil, pero era mucho mejor, que perpetuar el sufrimiento que vivía a cada instante.
La sanación emocional se me presentaba entonces como la oportunidad de cruzar un puente: el pasado seguiría siendo parte de mi historia, pero ya no una carga, sino una brújula que orientaría mis pasos con mayor claridad. La incertidumbre, en lugar de paralizarme, se convertía en compañera de viaje, y el horizonte que se abría al otro lado del puente me ofrecía la certeza de un mayor bienestar y una profunda sensación de libertad, hacia un nuevo presente.
Sanar el trauma emocional es liberarnos del dolor a través del encuentro consciente con él. Es tener la valentía de mirarlo de frente, sin evasiones, reconociendo lo que sentiste, lo que pensaste y lo que necesitaste en aquel momento y como vive hoy, en el presente dentro de ti. Es mirar a los ojos a tu propia herida, al recuerdo de quien te hizo daño o de quien no estuvo cuando lo necesitabas. Es permitirte pronunciar las palabras que callaste por años y honrar las emociones que en su momento no pudiste expresar. Solo así el pasado deja de tener poder sobre ti y se transforma en aprendizaje y fuerza.
En el presente tenemos la oportunidad de elegir cómo queremos vivir, y el futuro se abre como un espacio lleno de posibilidades. Sabes que has integrado esa experiencia cuando ya no hay sufrimiento al recordarla, cuando te quedas con los aprendizajes y puedes reconocer que ese dolor atravesó tu vida para dejarte una enseñanza y no para encadenarte a él.
Cuando emprendemos este camino de integración y sanación, algo profundo sucede: la energía que antes estaba atrapada en el dolor se libera. Esa energía, antes destinada a sobrevivir, se convierte en fuerza creativa para construir, amar y crecer. Descubrimos habilidades dormidas, recuperamos la claridad para tomar decisiones y comenzamos a sentirnos más alineados con lo que realmente somos y con nuestro propósito de vida.
La autoestima, que quizá estuvo debilitada por años de heridas y creencias limitantes, empieza a fortalecerse. Dejamos de definirnos por lo que nos pasó y comenzamos a reconocernos por lo que somos hoy: seres completos, capaces de aprender del dolor y convertirlo en impulso para nuestros sueños. Esto no solo mejora nuestra relación con nosotros mismos, sino que transforma nuestras relaciones con los demás, haciéndolas más sanas, empáticas y auténticas.
Y quiero decir algo más, desde el lugar más íntimo de mi historia. Poner en palabras lo que me dolía fue un antes y un después en mi vida. Por años, guardé en silencio abusos sexuales que viví en mi infancia y adolescencia, el bullying que marcó profundamente mis años escolares, y las relaciones abusivas que atravesé en mi juventud y adultez.
Cargar con todo eso en silencio me rompía por dentro. Pero el día en que empecé a darle voz a ese dolor, algo en mí se abrió. Y esa voz no fue solo hablar: fue gritar, llorar, gemir, escribir, ir a terapia, repetir frases sanadoras, mirar mi historia con otros ojos. Fue sacar todo eso de mi cuerpo, de mi garganta, de mis células, de mi cuerpo y de mi alma. Y al hacerlo, ese dolor empezó a transformarse. Se volvió reconciliación. Se volvió orden en mi vida. Se volvió poder interior. Hoy sé que darle voz a lo que duele es un acto profundamente sanador.
Este camino de sanación me llevó, casi sin darme cuenta, a formarme y a atravesar mi propio dolor con una nueva fuerza. Al sanar, recuperé la energía y la claridad necesarias para acompañar a otras personas en su propio proceso de sanación emocional. Lo que comenzó como un viaje personal se convirtió también en un servicio para los demás: hoy acompaño a personas, familias, jóvenes y niños en procesos terapéuticos de sanación emocional y de transformación interior. En este recorrido, una de mis terapeutas y entrenadoras de vida me dijo algo que marcó mi vida: “Si para sanar tu dolor necesitaste convertirte en terapeuta-sanadora, entonces todo este camino ha valido la pena”. Y comprendí que así era.
Hoy puedo decir, con verdad y con calma, que yo, Angélica, viví todo esto que hoy te cuento. Y que, en ese proceso de sanar, muchas personas fueron puentes: personas a quienes agradezco infinitamente por ayudarme a ponerle palabras a lo que tanto me pesaba. Gracias a ellas. Y gracias a mí, por haberme sostenido, por no haberme rendido, por haber tenido el coraje de hablarlo en primera persona. Hoy, ese dolor resignificado se convierte en el consultorio virtual desde el que atiendo y en Voces que Sanan, una nueva voz que nace de mí para unir, para compartir, para acompañar, un nuevo espacio de sanación que próximamente estará disponible para ti. Todo esto para para decirte a ti, que me lees hoy: no estás sola, no estás solo. Si quieres iniciar tu camino de autoconocimiento y sanación emocional, aquí estoy. Estoy contigo.
Manifestar la vida que deseamos no es cuestión de suerte ni de simples pensamientos positivos. Es el resultado de una mente y un corazón en sintonía con lo que queremos, libres de las cadenas invisibles del pasado. Cuando sanamos, dejamos de repetir viejos patrones y empezamos a elegir conscientemente. Le damos lugar a nuestra niña, adolescente, joven y adulta interior. Así, las dificultades dejan de ser muros y se convierten en peldaños que nos acercan a la vida que siempre imaginamos.
Sanar es un acto de amor propio. Es decidir que nuestra historia, heridas o resentimientos no nos definen, que nuestro presente es el lugar para actuar y que el futuro es un lienzo en blanco que podemos pintar con nuevos colores. Porque, al final, superar dificultades no es solo dejar atrás el dolor: es permitirnos brillar con todo lo que somos, brillar con luz propia.
Sobre Angelica Pineda Franky
Terapeuta Emocional Sistémica. Acompaño a quienes sienten que han perdido el rumbo emocional: familias, parejas, adolescentes, niños y adultos que cargan con heridas profundas, repiten patrones dolorosos o viven situaciones que les sobrepasan.
Ver todas las entradas de Angelica Pineda FrankySoy madre de tres hijos con quiénes hemos vivido una educación consciente y personalizada desde hace 11 años, y he acompañado la orientación en este tipo de educación a varias familias en diferentes países.
Trabajo desde un enfoque humano, integral y transformador, combinando herramientas como constelaciones familiares, biodescodificación emocional, sanación de trauma, eneagrama y liberación de memoria celular. Cada proceso es único, porque cada historia merece ser escuchada y sanada con cuidado.
Si estás enfrentando conflictos familiares, violencia intrafamiliar, problemas de pareja, trauma, codependencia, traiciones, ansiedad, depresión, baja autoestima o si sientes que tu hijo o hija sufre por alguna herida emocional, bullying, desorientación emocional, retos educativos o cambios difíciles, estoy aquí para ayudarte.
Mi propuesta es ofrecer soluciones reales y herramientas prácticas para transformar el malestar en bienestar emocional, fortalecer los vínculos familiares y recuperar la confianza en ti y en la vida.
📍Atiendo en línea para Colombia, España, Estados Unidos y la comunidad hispana en todo el mundo.
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Mi propósito es brindar procesos y herramientas de Sanación y Educación Emocional para todos.