Friday, October 10Revista digital ISSN 2744-8754

Experiencias

Sin emoción no hay aprendizaje
Edición 16, Experiencias

Sin emoción no hay aprendizaje

Me puse a recordar cuáles fueron las clases más importantes que tuve en el colegio, del cual he salido hace ya más de veinte años, y estos fueron los recuerdos que vinieron a mi memoria. - La clase de Ciencias Naturales con la miss María Elena donde entre todos preparamos ensalada de frutas. - Las clases de computación donde teníamos que configurar comandos para hacer avanzar a la tortuguita de Lego. - Hubo una clase de arte donde nos hicieron dibujar y crear a un super héroe con la técnica que quisiéramos.¿Por qué recuerdo las tres? Creo que fue porque estuve muy feliz, porque disfruté de los momentos y estas experiencias quedaron grabadas en mi memoria en un lugar muy especial. Estos recuerdos fueron el punto de partida el primer día que me tocó dictar una clase y luego fueron norte y br...
La primera alegría
Edición 16, Experiencias

La primera alegría

Tengo 7 años. Mamá y yo salimos a visitar la biblioteca móvil de Colsubsidio¹, cuya próxima parada será el parqueadero de mi barrio. Es un camión alargado lleno de libros, al que mis ojos de niña ven como dibujo animado en forma de caja rodando por Bogotá. Al camión azul, subimos juntas tomadas de la mano por unas escaleritas de hierro. Adentro, está inmerso de pilas de libros organizadas con cuidado para hacer lucir las portadas de los cuentos infantiles. 1 Corporación sin ánimo de lucro colombiana encargada de promover en las familias programas culturales y sociales Me gusta que mamá no me dice cómo tengo que vivir esta experiencia nueva con los libros. Me alivia advertir en ella ese placer que le da a una mujer romper con las rutinas de la casa. Tal vez por eso la siento tan deseante d...
¿Así, cómo?
Edición 15, Experiencias

¿Así, cómo?

Una mañana de sábado del año 2011 me senté con mi primera hija, de tres años, para repasar con ella los trazos de las vocales. Impulsada por un deseo surgido, quizá, de la horrible frustración que había sido la escuela para mí, organicé una mesa al nivel de ella, dispuse témperas y pinceles (en caso de que ella no quisiera utilizar los dedos), hojas blancas de papel y la invité a sentarse frente a un ventanal con vista hacía los cerros orientales de la ciudad de Bogotá. Era donde vivíamos entonces. Sobre el papel repitiendo los patrones de aprendizaje sobre los que yo misma había sido educada, le hice un punteado en lápiz que ella debía seguir para lograr las letras. Estábamos en eso, de pronto me encontré frente a la mirada profunda de este pequeño ser. Lo más parecido a un ángel que yo h...